La evangelización cambia con los tiempos, pero su fuerza proviene siempre del mismo lugar: la gracia de Dios. Ninguna estrategia, por más moderna que sea, puede reemplazar la acción del Espíritu en quienes anuncian la Buena Nueva.
La evangelización cambia con los tiempos, pero su fuerza proviene siempre del mismo lugar: la gracia de Dios. Ninguna estrategia, por más moderna que sea, puede reemplazar la acción del Espíritu en quienes anuncian la Buena Nueva.