Juan Marcos: un camino que refleja el nuestro
Hoy vamos a hablar de un hombre que supo vivir intensamente las etapas del cristianismo: Juan Marcos, a quien encontramos en Hechos 12,12-14.
Cuando el apóstol San Pedro fue liberado milagrosamente de la cárcel, acudió a la casa de María, madre de Marcos, donde los cristianos estaban reunidos. Desde ahí comenzamos a descubrir quién fue este hombre y cómo su vida refleja también nuestro propio seguimiento de Cristo.
A continuación, presentamos cinco momentos fundamentales de su vida, que también suelen aparecer en quienes deciden seguir al Señor.
1. El cristiano cómodo
Juan Marcos vivía con sus padres y con una sirvienta llamada Rosa, en una casa amplia donde la Iglesia se reunía. Era el caso del cristiano cómodo: la Iglesia viene a su casa, pero sin riesgos ni compromiso. Esto lo conocemos con el nombre de: IGLESIA A DOMICILIO.
En esta etapa no se sabe de compromiso, ni de riesgos, solo de inmovilidad y pasividad.
Sin embargo, de tanto escuchar a los testigos de Cristo, se inquietó y comenzó a salir de su comodidad, uniéndose al equipo misionero de su primo Bernabé y de Saulo. (Hechos 13,4-5).
2. El primer compromiso
Ya no solo ofrecía su casa y su comida: ahora participaba en la misión, aunque en tareas pequeñas. Así ocurre con muchos cristianos que pasan de ser espectadores a servidores.
Seguramente para salir de esa abulia, se lanza a intentar algo nuevo. Ya no solo ofrecía la comida o prestaba la casa, sino que comenzó a involucrarse en la misión de los testigos de Cristo.
Pero esta etapa también es un llamado de atención: no debemos buscar protagonismo, sino servir con humildad.
3. El fracaso y la tibieza
En Hechos 13,13 leemos: “Juan se separó y volvió a Jerusalén”. Al no soportar el ritmo y las dificultades de la misión junto a Pablo, abandonó el camino.
Podemos observar que Juan Marcos tuvo un mal comienzo, porque justo le tocó trabajar en el equipo del incansable Pablo. Posiblemente no aguantó el ritmo de trabajo y los excesivos riesgos que corría y decidió volver a su casa. Quizás creyó que seguir a Cristo era algo más fácil (Eclo. 2,1), pero finalmente desistió.
Aquí aparece la imagen del cristiano tibio, que fácilmente se desanima ante la responsabilidad y las exigencias. Sin embargo, Dios nunca abandona a los que ha elegido: vuelve a llamarlo y le da otra oportunidad.
4. El rechazo de los hermanos
Cuando Bernabé quiso llevar nuevamente a Marcos a la misión, Pablo se negó. La discusión fue tan fuerte que se separaron: Bernabé fue con Marcos a Chipre, y Pablo con Silas a Siria y Cilicia (Hechos 15,36-41).
El rechazo de un hermano duele más que el cansancio de la misión. Pero este dolor también fue parte del camino de Marcos. Más tarde, Pablo preso en Roma, pedirá expresamente: “Trae contigo a Marcos porque me prestará buenos servicios” (2 Timoteo 4,11).
Dios convierte incluso nuestras heridas en ocasión de reconciliación.
Evidentemente Dios estaba preparando a Marcos para vivir la experiencia más grande de su vida, porque llegó el momento en que el mismo que un día lo despreció y le hizo a un lado, hoy lo necesita. Esto es algo que siempre ocurre a pesar de las limitaciones humanas y que nos permite entender que la obra no es nuestra, sino del Señor.
5. El perdón y la reconciliación
Marcos tuvo la oportunidad de guardar rencor, pero eligió el perdón. Tanto que Pablo lo menciona en sus cartas como compañero de misión (Colosenses 4,10).
La lección es clara: en la Iglesia nadie sobra. Cada hermano, con sus dones y debilidades, tiene un lugar en el equipo del Señor.
Enseñanza final
La vida de Juan Marcos nos recuerda que el discipulado cristiano pasa por etapas de comodidad, misión, fracaso, rechazo y perdón. Lo esencial es mantenerse en camino, dejar que Dios transforme nuestras caídas y aprender a perdonar para seguir construyendo el Reino.
¡Que la paz y el Amor Misericordioso de Dios nos fortalezcan para instaurar su Reino!
Preguntas para reflexionar
Si tu fueras Marcos ¿qué hubieses pensado de la invitación de Pablo?
Si fueras Marcos ¿hubieras ido?